Sobre documentación audiovisual, cinematográfica, fotográfica y demás artes visuales
domingo, febrero 19, 2006
Homo Telespectator
Acabo de descubrir este sitio Homo telespectator elaborado por Eva Sanagustín. ¡Es para perderse navegando por la gran cantidad de recursos, enlaces, artículos, noticias, datos, etc. que recoge...! De todos modos pese a su exahustividad, algunos apartados deberían actualizarse más. Otros materiales que he descubierto: Audiovisual Digital Documents de la Biblioteca Nacional de la República Checa (presentación en power point) y el Programa del curso de Doctorado "La Documentación de televisión en el nuevo contexto digital" del Departamento de Periodismo de la Universidad del País Vasco (la bibliografía es interesante y además con referencias recientes).
sábado, febrero 04, 2006
Pantallas sanas para nuestra Película Sociedad
Ayer tuve la oportunidad y la suerte de acudir a la ponencia Mirada crítica y creación de pantallas: por unos ‘medios sin masajes’ a cargo de Antonio Oria de Rueda, realizador de televisión y Profesor de Comunicación Audiovisual del IES Puerta Bonita de Madrid. Planteó diversos interrogantes procedentes de lo que nos avisó, iba a ser una visión apocalíptica de los contenidos en Televisión.
Día tras día observamos como nos ofrecen los mismos contenidos ¿dónde está nuestra libertad en la elección? Deberíamos de buscar otras historias en la televisión. Historias que de verdad nos contaran y nos hicieran crecer.
Se justifica, con obscenidad, que las audiencias marcan los contenidos de la televisión.
Pero en realidad ¿cómo se miden las audiencias? tan sólo cuantitativamente, a determinados grupos y en determinados barrios y ciudades, ¿y cualitativamente no conviene medir? hay parámetros como "quién tiene el mando", "por qué se cambia de canal", "por qué se ve un canal", "por qué se prefiere un contenido", que no se han medido...
En los programas o las series se apela a nuestros instintos más básicos (reírnos, enfadarnos, etc.) pero no pensar, porque a casa llegamos cansados del trabajo, y lo más fácil es recurrir al entretenimiento. Y el entretenimiento no excluye la libertad, pero sí la deja en suspenso.
El repertorio de emociones es básico, no se mueve a la reflexión, quién sólo ve culebrones, sólo siente como en los culebrones.
Es necesario conocer realidades diferentes de las nuestras, que nos enriquezcan.
Las retóricas de la vigilancia en televisión (Gran Hermano) aniquilan la capacidad de captación y observación. Desde este formato se transmite continuamente que sus cámaras lo enseñan todo, no hay nada que se les escape, y ese es el mensaje, todo te lo dan hecho; perdemos la capacidad de contemplación.
No nos merecemos una televisión sin calidad, con productos telebasura. Nosotros somos inteligentes, pero no es conveniente que pensemos tanto. Se emite lo que interesa, no lo que pedimos.
Se debería ayudar e incentivar la comunicación comunitaria a través de la radio y la televisión. Ser nosotros protagonistas de nuestras propias narraciones. Tener canales participativos contruidos por todos.
Se necesita una regulación de la programación y una definición del papel de la televisión ¿negocio? ¿educación?
Nosotros no somos pasivos, nosotros somos actores sociales de nuestra Película Sociedad.
Día tras día observamos como nos ofrecen los mismos contenidos ¿dónde está nuestra libertad en la elección? Deberíamos de buscar otras historias en la televisión. Historias que de verdad nos contaran y nos hicieran crecer.
Se justifica, con obscenidad, que las audiencias marcan los contenidos de la televisión.
Pero en realidad ¿cómo se miden las audiencias? tan sólo cuantitativamente, a determinados grupos y en determinados barrios y ciudades, ¿y cualitativamente no conviene medir? hay parámetros como "quién tiene el mando", "por qué se cambia de canal", "por qué se ve un canal", "por qué se prefiere un contenido", que no se han medido...
En los programas o las series se apela a nuestros instintos más básicos (reírnos, enfadarnos, etc.) pero no pensar, porque a casa llegamos cansados del trabajo, y lo más fácil es recurrir al entretenimiento. Y el entretenimiento no excluye la libertad, pero sí la deja en suspenso.
El repertorio de emociones es básico, no se mueve a la reflexión, quién sólo ve culebrones, sólo siente como en los culebrones.
Es necesario conocer realidades diferentes de las nuestras, que nos enriquezcan.
Las retóricas de la vigilancia en televisión (Gran Hermano) aniquilan la capacidad de captación y observación. Desde este formato se transmite continuamente que sus cámaras lo enseñan todo, no hay nada que se les escape, y ese es el mensaje, todo te lo dan hecho; perdemos la capacidad de contemplación.
No nos merecemos una televisión sin calidad, con productos telebasura. Nosotros somos inteligentes, pero no es conveniente que pensemos tanto. Se emite lo que interesa, no lo que pedimos.
Se debería ayudar e incentivar la comunicación comunitaria a través de la radio y la televisión. Ser nosotros protagonistas de nuestras propias narraciones. Tener canales participativos contruidos por todos.
Se necesita una regulación de la programación y una definición del papel de la televisión ¿negocio? ¿educación?
Nosotros no somos pasivos, nosotros somos actores sociales de nuestra Película Sociedad.
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